martes, 26 de marzo de 2019



500 AÑOS DE ESTÉTICA PROTESTANTE
V Centenario de la Reforma

La conmemoración de los 500 años de la Reforma ha sido una ocasión excelente  para reflexionar sobre las obras de arte producidas bajo la influencia del protestantismo. Quizá en un futuro podamos llegar a concretar las claves de una teoría del arte protestante. Entre tanto nos conformaremos con compartir algunas consideraciones fruto de la observación y reflexión de obras y movimientos artísticos que se han venido desarrollando bajo la influencia del pensamiento reformado. 




¿EXISTE UN ARTE PROTESTANTE?

Ante la pregunta de si existe un arte protestante estoy a medias de acuerdo con el iconógrafo Louis Reau en que, de ser así, debería poder definirse, y “no solo por lo que carece: sensualidad, color, exuberancia vital” (1), sino por unas constantes más sólidas. El pastor Pierre Bourguet, autor de un interesante estudio sobre Protestantismo y Bellas Artes, afina un poco mejor cuando dice que el arte protestante es: grave, realista, sobrio y bÍblico (2). Estas valoraciones son ciertamente imprecisas, por lo que de momento, no me siento capaz de definir el arte protestante, a pesar de que me inclino a pensar que realmente existe, tanto por  la manera en que los artistas renacidos impregnan sus obras, como por ciertas tendencias formuladas desde la tradición evangélica.  

Quizá sea cierto, como afirma Reau (3), que “la Reforma aniquiló en Alemania los gérmenes del Renacimiento”, pero no es menos cierto que favoreció el despertar de una nueva estética en la Holanda del siglo XVII, como la Contrarreforma lo hizo en la España del mismo siglo, o la Revolución Industrial  en la Europa del Noucentisme. 

Precisamente el arte que se produce en la calvinista Holanda, materializa, al menos en los contenidos, un claro manifiesto protestante. Al liberar a la pintura de la temática religiosa católica, desarrolla nuevos temas que, como la naturaleza muerta, el paisaje, la pintura de género o el retrato burgués serán el caldo de cultivo de nuevas aportaciones estéticas que culminan en la figura de Rembrandt, el artista protestante por excelencia.  Según afirma el historiador del arte David Smith(4) “cuando Rembrandt empleaba el claroscuro expresaba una “estética protestante”, pues en él había encontrado el medio formal para ilustrar el antagonismo radical entre el cielo y la tierra, lo espiritual y lo material, la luz y la sombra, característico del protestantismo. En cambio, en la obra del ferviente católico que es Vermeer, los contrarios se reconcilian. Respetuoso del dogma católico que preconiza la unión mística de lo visible y lo invisible, está profundamente convencido de que la imagen artística puede y debe incorporar una “presencia” tan indefinible como real”. 







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NOTAS
Louis Reau, Iconografía del art cristianopag. 540
2 Pierre Bourguet, “LArt protestant en Protestantismo et Beaux- Arts”. Paris, Editions “Je sers”, 1942.
3 Louis Reau, op.cit. pag541
4Citado en  libro “Jan Vermeer.” Jean-Luc Chalumeau. Ed. Polígrafa 2001.